Fingir que no te pienso.

Puedes fingir una sonrisa.
Puedes fingir mil orgasmos.
Puedes fingir incluso, que ya no te importa.
Pero...
No puedes fingir un pensamiento.
Ahí, es donde permanezco, aún anclado,
aunque pienses que no te pienso,
sabes que el concepto, se asienta en tu mente,
y desacertadamente,
escala y discurre de un modo apresurado.
Toma formas desmedidas, si te descuidas,
gana importancia al transformarse en idea,
pesa mucho, al traducirse en emociones,
cambia, hasta tu ánimo, al convertirse en canciones.
Puede romperte por dentro
o, por el contrario, sanar tus heridas.
En un simple pensamiento,
pueden darse a la vez, dolor y vida.
En su calidad, nace la felicidad
en su índole,
se esconde tremendo caos...